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Hay proyectos climáticos que no van más allá del entorno local. Pero en otros casos, puede darse la oportunidad de ampliar la iniciativa a una escala mayor.
Mientras trabajaba como científica sénior para el Departamento de Pesca y Vida Silvestre de California, en 2015, Amber Pairis hizo exactamente eso: ampliar. En tan solo cuatro años, reunió a más de 280 organizaciones, agencias y asociaciones interesadas en trabajar en la adaptación al cambio climático. Aunque la alianza de ciencias climáticas que se formó estaba restringida en un principio a la zona de la costa sur de California, desde entonces ha crecido y en la actualidad participa también en proyectos a nivel nacional, bajo la denominación de Climate Science Alliance (Alianza de Ciencias Climáticas).
Pairis afirma que se dio cuenta de que era necesario que los expertos locales y las partes interesadas trabajaran juntos para lograr sus objetivos comunes a escala regional, y quiso crear un espacio “donde todo el mundo pudiera participar y expresar sus opiniones”. Este arduo trabajo tuvo como resultado un equipo colaborativo que sigue creciendo de forma exponencial, y en el que tienen cabida investigadores, gestores, líderes, miembros de la comunidad, ONG, empresas, artistas y educadores.
“Hay muchos grupos que están realizando un esfuerzo importante, y yo quería que la Alianza fuera un lugar donde pudiéramos apoyar e impulsar esos esfuerzos, pero también un espacio donde poder coordinarlos, si fuera necesario, y conseguir que el impacto de los grupos coordinados fuera mayor que el de su trabajo en solitario”, explica.
“Hay muchos grupos que están realizando un esfuerzo importante, y yo quería que la Alianza fuera un lugar donde pudiéramos apoyar e impulsar ese esfuerzos, pero también un espacio donde poder coordinarlos, si fuera necesario, y conseguir que el impacto de los grupos coordinados fuera mayor que el de su trabajo en solitario”.
Amber Pairis, fundadora de Climate Science Alliance
Para poner en marcha sus planes, Pairis comenzó por contactar con un gran número de grupos existentes que pudieran formar parte de la alianza. Desde el principio, la coalición comenzó a crear colaboraciones y proyectos únicos, incluida una iniciativa en la que siete climatólogos y siete ecologistas se ofrecieron como voluntarios para elaborar un informe regional sobre el estado de las ciencias climáticas y los impactos sobre los ecosistemas de la costa sur de California.
“Este proyecto surgió sin dinero y sin que nadie lo encargara”, explica Pairis. “Los investigadores dedicaron su tiempo porque creían que necesitábamos saber en qué punto nos encontrábamos —qué es lo que sabíamos y lo que no— para poder identificar lagunas en las investigaciones de forma que fueran de utilidad”.
El resultado de su trabajo fue un informe de 140 páginas detallado y muy específico sobre los efectos de los eventos del cambio climático —como la subida de las temperaturas, la disminución de las precipitaciones en primavera y en verano o la mayor frecuencia de los incendios forestales— sobre los ecosistemas y las comunidades locales del sur de California, así como los impactos que pueden esperarse en el futuro. Este informe técnico se incluyó en la Cuarta Evaluación del clima de California, y se redactó una versión resumida y accesible del informe para los gestores de recursos naturales y las personas que trabajan en la organización de temas relacionados con la protección del medio ambiente.
Desde entonces, la Alianza ha organizado un gran número de encuentros regionales (incluidos encuentros específicos para los pueblos indígenas), talleres educativos y jornadas para el establecimiento de contactos. En muchos de los talleres, los miembros de la Alianza enseñan a los participantes cómo incorporar objetivos de cambio climático en los proyectos en los que trabajan. Los talleres están adaptados en función del público, que va desde alumnos de ciencias del instituto hasta organismos públicos u otros profesionales.
Para sensibilizar sobre los temas regionales relacionados con el cambio climático en el sur de California, la Alianza ha elaborado una guía de bolsillo de los impactos del cambio climático en la región, una guía que va acompañada de una lista de medidas que todo el mundo puede adoptar para minimizar el impacto climático sobre la vida silvestre de la zona.
“La premisa subyacente era que queríamos que todo el mundo tuviera acceso a la información, independientemente de que estuvieran o no involucrados en el tema. Tanto las personas con formación científica como las que no la tienen pueden entender lo que supone el cambio climático en el lugar donde viven y también entender que forman parte de la solución al cambio climático”, explica Pairis. “Estas guías de bolsillo sobre el cambio climático están en todas las bibliotecas del condado, en inglés y en español”.
Un grupo tan grande y con tantas iniciativas y metas diferentes requiere un elevado nivel de coordinación. Cuando el tamaño de la Alianza comenzó a crecer, se crearon tres subcomités que se especializaron en aspectos diferentes de la misión de la alianza: el “Equipo Verde” se centra en las oportunidades de participación comunitaria innovadora, el “Equipo Azul” se centra en la creación de competencias que apoyen la toma de decisiones a nivel local, y el “Equipo Naranja” trabaja para generar resiliencia mediante la coordinación de acciones entre las organizaciones.
Las iniciativas regionales e intersectoriales para hacer frente al cambio climático requieren, sin duda, una gran coordinación, y existen diferentes formas de mantener la cohesión de estos grupos. En la Costa Este, la Alianza de Nueva Jersey para el Cambio Climático (NJCCA) está coordinada por dos programas universitarios de la Universidad de Rutgers.
“La conexión con una institución académica supone un sólido respaldo al trabajo de la NJCCA, que de esta manera se ha convertido en un referente en temas relacionados con las políticas de cambio climático en Nueva Jersey para los medios de comunicación, los legisladores, los responsables políticos de la rama ejecutiva y los líderes de pensamiento”, explica Robert Kopp, miembro del profesorado de la universidad que asesora la iniciativa. “El papel de la universidad ayuda a garantizar que el trabajo de la alianza se base en la evidencia, y que las partes interesadas lo consideren neutral y legítimo”.
La NJCCA reúne a más de 45 organizaciones que representan a los sectores público, privado, no gubernamental y académico. Entre otras acciones, la organización facilita el diálogo entre las partes interesadas, elabora análisis del cambio climático, desarrolla herramientas para la toma de decisiones sobre temas regionales relacionados con el cambio climático, y ofrece al gobierno recomendaciones de políticas basadas en la evidencia.
En lo que respecta a la Alianza de Ciencias Climáticas, con sede en California, la organización sigue creciendo y ampliando su alcance geográfico. Por ejemplo, la Alianza está a punto de ejecutar un proyecto dirigido a fomentar programas de adaptación al clima y de protección de los ecosistemas en Puerto Rico. Además, en enero de 2019, Pairis fue contratada para ayudar a poner en marcha el Centro de Impactos y Adaptación al Cambio Climático de la Institución de Oceanografía Scripps. Desde esta posición, espera poder aplicar en el ámbito académico un modelo similar al de la Alianza de Ciencias Climáticas.
Pairis subraya que la flexibilidad y la adaptabilidad son fundamentales para el éxito de la alianza: “Yo dedico tiempo a escuchar lo que la gente necesita y a averiguar dónde necesita que le ayuden, y creo que eso es lo que hace que la Alianza siga siendo de interés y siga creciendo de la forma que lo hace: el hecho de transformar y cambiar continuamente lo que hacemos en función de lo que necesitan los miembros”.
Imagen: Climate Science Alliance.